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El presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, sorprendió al mundo al declarar la ley marcial en la noche del martes. Esta medida, la primera en más de cuatro décadas, se produjo en medio de una creciente tensión política con la oposición, que controla el Parlamento. Yoon acusó a la oposición de conspirar para derrocar la democracia, alegando una amenaza de fuerzas pro-nortecoreanas.
En un discurso televisado, el mandatario justificó su decisión como necesaria para defender la República de Corea de amenazas externas e internas, prometiendo reconstruir el país. El general Park An-Su, designado comandante de la ley marcial, impuso restricciones inmediatas, incluyendo la prohibición de actividades políticas, manifestaciones y la censura de medios. La difusión de “noticias falsas” también fue penalizada, con arrestos sin orden judicial para quienes incumplan.
La decisión generó una ola de protestas. El líder de la oposición, Lee Jae-myung, calificó la medida como ilegal y nula, declarando que Yoon Suk Yeol dejó de ser presidente. El líder del partido gobernante, Han Dong-hoon, también expresó su oposición.
La respuesta popular fue inmediata. Imágenes de televisión mostraron enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad frente a la Asamblea Nacional. Sin embargo, según la ley surcoreana, el Parlamento puede levantar la ley marcial con una votación mayoritaria. Tras una sesión de emergencia, los legisladores votaron abrumadoramente a favor de la suspensión de la ley marcial, lo que llevó a la retirada de las tropas del Parlamento.
Este hecho sin precedentes pone de manifiesto la profunda polarización política en Corea del Sur y las consecuencias de las acciones del presidente Yoon Suk Yeol, quien llegó al poder en 2022 con promesas de una postura más firme contra Corea del Norte y una mayor alianza con Estados Unidos. Su gobierno ha sido criticado por su manejo de la crisis y por una supuesta persecución a medios de comunicación críticos.