El 27 de noviembre, la Iglesia Católica conmemora con gran reverencia la Medalla Milagrosa, una de las invocaciones más queridas de la Virgen María. Esta festividad recuerda la aparición de la Virgen a Santa Catalina Labouré en 1830, un evento crucial en el calendario católico. Durante su aparición, la Virgen se mostró rodeada de un halo luminoso que simbolizaba al mundo y solicitó a Catalina la creación de una medalla basada en esta visión. La imagen de esta aparición, donde la Virgen se presentó vestida de blanco y con rayos de luz emanando de sus manos, se ha reproducido en millones de medallas y estampas a lo largo de los años, convirtiéndose en un emblema de protección para quienes la portan.
Pero, ¿quién era Santa Catalina Labouré? Nacida el 2 de mayo de 1806 en un pequeño pueblo francés, desde joven sintió el llamado divino y se unió a la congregación de las Hijas de la Caridad. Su vida cambió para siempre tras su visión de la Virgen, un mensaje que transmitiría al mundo lleno de esperanza y gracia.
Para atraer la suerte y la protección que brinda la Medalla Milagrosa, los fieles son alentados a llevar la medalla consigo, ya sea colgándola del cuello o colocándola en un lugar bien visible. La oración es un poderoso medio de conexión con Dios, por lo que se aconseja dedicar tiempo a rezar con fe, pidiendo ayuda y protección. La devoción diaria y la participación en misas son formas de fortalecer la vida espiritual. Además, la medalla invita a vivir en amor y generosidad, lo que atrae bendiciones tanto personales como para los demás.
En este día especial, los devotos pueden recitar la siguiente oración: ‘Señora y Madre mía, Virgen María, te agradezco por tu amor y protección. Hoy, en el día de tu Medalla Milagrosa, te pido que me cubras con tu manto de luz y me guíes en mi camino. Madre de la Gracia, derrama tus bendiciones sobre mí, mis seres queridos y todos aquellos que sufren. Que tu amor y protección sean mi refugio en momentos difíciles. Virgen Milagrosa, con humildad te ruego que me concedas paz y fortaleza para enfrentar los retos de la vida. Que tu presencia divina me acompañe siempre y que, por tu intercesión, la suerte y protección estén conmigo hoy y siempre. Amén.’