En un contexto donde la obesidad se ha convertido en un grave problema de salud pública, afectando a más del 42% de los adultos y a un 20% de los niños en Estados Unidos, el presidente Joe Biden ha propuesto un enfoque dual para abordar esta crisis. Por un lado, busca garantizar el acceso a medicamentos como el Ozempic, que ayudan a las personas a sentirse llenas por más tiempo, y por otro, impulsar una estrategia integral de prevención que aborde las causas estructurales de la obesidad.
El Ozempic ha ganado popularidad no solo entre quienes padecen diabetes, sino también entre quienes buscan perder peso sin supervisión médica. Esta situación ha generado problemas de desabastecimiento y ha suscitado preocupaciones sobre los riesgos de su uso irresponsable. Entre los efectos secundarios más comunes se encuentran náuseas, vómito y dolor abdominal. Sin embargo, el uso del Ozempic puede llevar a complicaciones más serias, como pancreatitis y reacciones alérgicas graves, lo que ha llevado a la FDA a advertir sobre un posible vínculo entre estos medicamentos y un tipo raro de cáncer de tiroides.
Los expertos también han señalado que el acceso indiscriminado a estos fármacos podría promover trastornos de la conducta alimentaria, advirtiendo que es fundamental acompañar su uso con apoyo psicológico y médico. La obesidad no solo es un problema de salud individual, sino que está interrelacionada con desigualdades sociales y económicas. La falta de acceso a alimentos saludables y la predominancia de productos ultraprocesados son factores determinantes en esta crisis.
Además, estilos de vida sedentarios y patrones de alimentación poco saludables, junto con ciertas condiciones médicas y el uso de algunos medicamentos, agravan el problema. La complejidad de la obesidad requiere un enfoque integral que contemple soluciones a nivel personal, comunitario y político.